Si hay algo que he aprendido en la vida es que siempre hay que preguntar CÓMO y no POR QUÉ... pero casi siempre el por qué es lo primero que hacemos. Y con esto no me refiero a preguntar la razón de las cosas, sino que usualmente cuando preguntamos Por qué usualmente viene acompañado con un » a mi»… Sí! por qué a mi? por qué me pasa esto? por qué todo lo malo me pasa? y nos vamos en una espiral infinita de preguntas sin respuestas que cada vez nos dejan peor!
La realidad es que el cerebro genera respuestas o por lo menos trata de encontrar soluciones a todas las preguntas que le hacemos, entonces cuando cambiamos la pregunta y comenzamos a preguntarle CÓMO, nuestra vida cambia. ¿No me crees?
La próxima vez que una gran cagada (o chiquita, funciona para las dos) te pase, en vez de darte palo preguntándote: «¿por qué a mí?» cámbiala por «¿cómo hago para salir de esto?» te sorprenderás de la cantidad de opciones que tu cerebro te empieza a mandar.
A veces para cambiar la respuesta lo único que necesitamos es cambiar la pregunta!